sábado, 26 de septiembre de 2009

Francella apostó a un borracho perdido y ganó

En El secreto de sus ojos, filme que aún se exhibe en los cines de Súper Vea, se luce con un personaje más dramático y no defrauda. Se sacó la ropa de comediante y se calzó el traje de un empleado judicial.

Por Emilio Marcelo Jozami
mjozami@elliberal.com.ar

Guillermo Francella vive días de gloria. Pablo Sandoval, el personaje más dramático y oscuro que compuso en su vida, en este caso para el exitoso filme El secreto de sus ojos, no hace más que darle reconocimientos a nivel nacional e internacional.
Cuando habla sobre ese ser alcohólico pero leal amigo que hizo para la película de Juan José Campanella, expresa con locuacidad esa felicidad que lo embarga por este cambio en el registro interpretativo. Es el Francella al que uno no está acostumbrado.
Está, como lo dijo en una entrevista exclusiva con PURA VIDA, en la “búsqueda de nuevos contenidos” que le permitan elevarse no a partir de esas criaturas jocosas que lo pusieron en el primer plano del show y lo convirtieron en un actor amado por la gente.
Pablo Sandoval fue la coronación de lo que ya había insinuado con el capo mafioso de Kurtz, que hizo para la participación especial en el último capítulo de Vidas Robadas y por el que se llevó el Martín Fierro como Mejor Participación Especial.
¿Campanella le brindó la oportunidad de tocar otras cuerdas desde lo interpretativo?
Cuando uno tiene un contenido diferente, como el caso puntual de El secreto de sus ojos, claro que a uno le brindan una oportunidad diferente en lo interpretativo. Para el personaje de Pablo Sandoval, Juan (Campanella) me sugirió algunas cosas, me propuso otras también, confió mucho en mí y me permitió tocar una cuerda diferente. Sandoval es un personaje soñado. Estoy feliz por lo que me tocó en suerte y creo que no le fallé.
¿Le significó mayor esfuerzo hacer a Sandoval?
Me sentí cómodo. Me gustó mucho el trabajo con Juan. Como actor lo que más placer me dio fue ser dirigido, ser conducido, que me dé coordenadas para hacer. Hablamos mucho de Sandoval. Primero él quería un cambio estético y luego lo interpretativo lo trabajamos con el tema corporal. Fue intenso, pero muy placentero porque Juan es alguien que ama a los actores. Acá hace invisible la cámara y le da un protagonismo al actor. Cuando un director quiere al actor es lo más maravilloso que te puede pasar. Era elemental seguirlo a él. Por supuesto que también apelé a cosas mías, a recursos, pero secundado y observado por él.
Del típico chanta, personaje que lo elevó a la categoría de ícono, pasó a componer a un hombre gris y sin bigotes. ¿Casualidad o causalidad este cambio de roles?
Yo puedo hacer películas muy populares e industriales, como lo hice a lo largo de muchos años de mi vida pero cuando uno puede interpretar otra cosa, como me ocurre en el teatro (Los Productores, La Cena de los tontos y ahora El joven Frankestain) y en la película mejicana (Rudo y Cursi, con Gael García Bernal y Diego Luna), tiene que ver con el guión que uno tiene y con lo que el director quiere puntualmente.
Para componer a ese Pablo Sandoval alcohólico y desahuciado de la vida, ¿se exigió desde lo actoral o considera que tuvo un registro más austero?
La economía estuvo remarcada en lo corporal y al hablar. Traté de tener austeridad en movimientos y en gestos para componer dignamente a Sandoval. Evité no caer en el lugar común del hombre borracho a quien se le traba la lengua al hablar. Lo trabajamos desde la perspectiva de estas personas que son alcohólicas pero que no pierden el estilo, que saben medir sus movimientos, si están sentados en una banqueta, al bajarse colocan primero un pie y después el otro, que pueden conversar naturalmente, pero están en pedo. Trabajé mucho con Juan y Ricardo (Darín) para componer a este hombre que aún borracho tiene una lucidez muy especial. Y lo hice desde una austeridad total.
¿La relación de estos personajes, Pablo y Benjamín, revaloriza la amistad y la lealtad?
Él (Pablo Sandoval) lo quiere entrañablemente a su amigo Benjamín Espósito (Ricardo Darín). Lo mismo que Benjamín a él, por más que permanentemente le corrija sus comportamientos, los lugares que él habita y su poca vida normal. Ellos se aman, se quieren y respetan muchísimo. Esa lealtad es llevada a ultranzas, a punto tal que sabe que matarán a su amigo y no duda en poner el pecho por él. Esto habla de un acto de amor y de heroísmo hacia ese amigo…
Un acto de amor y heroísmo casi infrecuentes en estos tiempos donde reina el individualismo…
Absolutamente. Es una película bella, con un contenido destacable, que habla de nosotros, de los argentinos. Es un filme que denuncia con sutilezas. Es una película que habla de valores que hoy, lamentablemente, parecen haber pasado de moda. El secreto de sus ojos nos hace pensar y repasar nuestra historia y nuestros sentimientos.
Campanella dijo que todos “los grandes actores cómicos son grandes actores dramáticos, pero no a la inversa” y que su personaje “tenía mucha verdad”…
Comparto esa opinión. Es verdad. Yo soy un defensor a ultranzas de la comedia, un género no siempre reconocido, bastante bastardeado y ninguneado. Me fascina la comedia. No es un género para cualquiera, es difícil, y por eso quien la hace puede hacer de todo. Es verdad lo que Juan le dijo de la verdad. El personaje cuanto más verosimilitud tiene, uno lo digiere mejor.
Recuerdo que en películas como Los Bañeros, Brigada Explosiva, Papá es un ídolo, entre otras, también aflora ese verismo en la construcción de sus personajes…
A mí me encanta tener siempre presente esa verdad en la elaboración de los personajes. Los construyo, hasta a los más pequeños, con la mayor credibilidad posible. No los podía hacer de taquito y sin que me importara porque de pronto no era algo muy comprometido. Precisamente, esa verdad es lo que me trajo aparejado tanta satisfacción en mi profesión


FrancellaDixit

* “No sentía que tenía que demostrarle nada a nadie, sino más bien permitirme probar algo yo. Quería sentir ese dolor en la panza, sentir la adrenalina, que me pasen otras cosas, probar otros contenidos. Y Juan (por Campanella) me dio esa oportunidad”.

* “A veces la presión está en que si lo anterior midió de una manera determinada, lo nuevo debe medir un poco más, pero eso es más de los medios, de los programadores que mío. Por supuesto que cuando estás en las grandes ligas necesitas medir, necesitas que el productor que invirtió en vos gane dinero, pero ya no lo vivo como una presión porque –gracias a Dios- siempre me ha ido bien en todo lo que hice

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