“Suculento, rebotón y dionisíaco” fue la calificación que hizo un periodista acerca de lo que representaba Isabel Sarli para la humanidad. Tener un cuerpo con esas características también le trajo dolor de cabeza, especialmente durante el gobierno del general Alejandro Lanusse y el reinado de la Triple A.
A principios de los 60, la edición norteamericana de la revista Playboy dedicó –hecho inédito hasta entonces- cuatro páginas a una figura no europea ni estadounidense: La bella salvaje de las pampas se titulaba la producción fotográfica en la que la “Coca” aparecía con el vestido desgarrado de Sabaleros, su segunda película.
¿En qué circunstancias, Diego Curubeto le propuso hacer la película Carne sobre carne, intimidad de Isabel Sarli?
Hace un tiempo vino Curubeto acompañando a unos productores ingleses que me vinieron a hacer una entrevista para el Canal 4 de Londres. En ese momento Curubeto vio que yo tenía muchas latas en mi escritorio y me preguntó qué eran y le conté que eran todos los cortes de las películas mías que había hecho la censura. Inmediatamente se mostró interesado en hacer algo con eso.
¿Cómo enfrentó esos tiempos de prohibiciones?
Con Armando (Bo) pasamos muchas amarguras. En la época del general Lanusse nos sentamos con Armando en Plaza de Mayo para hacer una huelga de hambre. Nos sacaron a la fuerza. Fue en la época en que se estrenó Fiebre. Mi Armando era muy luchador y yo lo acompañaba en cada cosa que hacía. Fuimos perseguidos por los censores de turno aduciendo que íbamos en contra de la moral y las buenas costumbres de los argentinos. También nos persiguió la Triple A. Armando fue preso por fotos que ni siquiera eran de desnudos. Era una época dura, que se vivía con una mordaza.
¿Qué cambios sufrieron sus filmes por la censura?
Recuerdo que para la película Intimidades de una cualquiera, que en realidad se llamaba Intimidades de una prostituta, debimos cambiarle el nombre por decisión del censor de turno.
¿Le costaba desnudarse?
Siempre me costó mucho. Soy una mujer muy tímida. Aún hoy día, siendo mayor y con el tipo de cine que hice sigo siendo tímida. Es medio contradictorio, pero así es. Cuando hacía los desnudos, quedaban pocos en el set de filmación.
¿Es verdad que el whisky la ayudaba a vencer la timidez?
No fue tanto al principio de mi exposición sin ropa. Fue de 1968 en adelante, cuando los desnudos eran más audaces, especialmente cuando hice Fuego, filme basado en un hecho real que mi mamá le había comentado a Armando. A partir de entonces, me costaba mucho desnudarme; entonces, un poquito de whisky venía bien.
¿Cómo tomaba su madre el hecho de que usted aparecía siempre desnuda?
No le gustaba absolutamente nada. Me acompañó cuando filmé El trueno entre las hojas y otras películas. Después, no quiso saber nada de que hiciera el cine que hacía. Cuando rodábamos las escenas en la quinta que teníamos en Moreno (Buenos Aires), ella no se metía para nada. Adoro a mi madre.
“Coca”, hay quienes proponen que usted sea declarada como símbolo de la Argentina así como sucedió con Brigitte Bardot en Francia…
Sería un gran honor. Es algo gratificante saber que el común de la gente te eleva a ese nivel. Precisamente, yo vengo de la época de Brigitte y también de Sofía Loren y Gina Lollobrigida.
¿Le resulta una mochila pesado ser considerada el “primer mito erótico argentino”?
Lo fui. Fui la primera audaz en esos años tan difíciles. No puedo renegar de lo que he sido. Hoy soy una mujer mayor, feliz por todas las cosas buenas que me suceden, por el amor de mis hijos, por el reconocimiento de la gente y la tranquilidad de ser querida y respetada por todos. Esto es un gran orgullo.
¿Cuál es su mayor deseo en la actualidad?
Estar bien con mi gente, con Martín e Isabelita, mis hijos y tener salud. Aquí estoy, siempre en contacto con el público y con amor.
Ese amor es lo que fortalece el vínculo con la gente…
Sí, tranquila, sin escándalos, ¿vio?
sábado, 26 de septiembre de 2009
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