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Alejandro Awada es de esos actores que acompaña al protagonista de una obra cinematográfica, televisiva o teatral, pero termina siendo él quien se luce. Cumple roles secundarios con los que realza las historias de las que participa Es de esa clase de creadores que escapa a los encasillamientos. Compone con naturalidad tanto a un desquiciado como a una persona atormentada por amor. Todos lo comparan con Robert Duvall, aunque él sostiene que le encantaría parecerse a Robert De Niro. Entrevista exclusiva de PURA VIDA.
Alejandro Awada es una rara avis en el espectáculo argentino. Dueño de una sólida formación actoral y una consistente
DIXIT“A mí me crió una señora que se llamaba Hortensia, de la cual tengo todavía la calidez de sus manos y de su cariño. Murió hace 8 años. Fue una persona a la que siempre quise mucho, porque pasé toda mi infancia con ella”." |
Awada es reconocido por su trabajo, cosa que él agradece. La elaboración de sus personajes, ésos que le dieron prestigio, lo hace a partir de la naturalidad. Nadie olvida a su alocado Felipe de Verdad Consecuencia, tampoco a su Alfredo de Sos mi vida, mucho menos a ese hombre leal de Hombres de Honor y su extraordinario Roberto del reciente éxito televisivo Los exitosos Pells.
Así como en la TV y en el teatro le imprimió ese sello distintivo, en el cine también se luce desde Comodines (1997) hasta El Aura (2005), El Ratón Pérez (2006/2008) y Felicitas (2009). A este último filme estuvo presentándolo en el Tucumán Cine. Allí conversamos con este notable actor nacido en Buenos Aires el 7 de diciembre de 1961.
Le gustaría ser Robert De Niro, “por qué es muy pintón y un actor fenomenal”, le dijo a PURA VIDA en una entrevista exclusiva realizada en el hall de un hotel tucumano.
¿Con Felicitas se revisa la historia argentina o una parte de ella?
Felicitas invita a reflexionar cómo, a partir de una familia aristocrática, porteña y unitaria, uno empieza a entender de qué manera esta familia puede ser representativa de toda una sociedad. Y desde allí se puede pensar y comprender la historia.
Trasladado a estos tiempos actuales, ¿persisten esas características en la sociedad?
Es muy probable que el puerto de Buenos Aires tenga mucho que ver con el deterioro ético y moral de nuestra sociedad. Nuestro federalismo deja mucho que desear y hay mucho que transformar en ese sentido al servicio de un país verdaderamente federal, republicano y democrático. Con la excepción de Ricardo Alfonsín, en el resto de los gobiernos elegidos por el pueblo se confundió la relación entre gobierno y Estado. Los argentinos debemos contribuir para tener una democracia representativa y seria.
El arte, a través de sus diversas manifestaciones, ¿puede generar esos cambios?
El arte tiene como objetivos el conmover y fortalecer una conciencia que tenga que ver con los valores nobles y bellos de una sociedad o de la humanidad con respeto a la ética, el amor, la moral, el respeto al prójimo y a la construcción de un mundo mejor.
¿Cómo se siente a partir de que, a través de la actuación, pueda expresar sentimientos propios o guionados?
La actuación me salvó la vida. Gracias a la actuación pude comenzar a ofrecer mis pensamientos y mis emociones. Siempre tuve en claro que el actor es una especie de puente entre un estado de conciencia y el espectador. A mí me hace muy feliz mi profesión, de poder ofrecerle a la gente elementos que colaboren con su bienestar.
¿Estaba al borde del abismo?
Es porque tenía deseos de canalizar lo que me sucedía internamente. Si no hubiese sido por la actuación no sé qué me hubiera pasado.
¿Le introduce cambios a los personajes que les toca componer?
Soy muy respetuoso de lo que viene escrito. Trato de enriquecer desde mi comprensión de lo que es la actuación lo que está planteado. No me interesa demasiado cambiar.
¿Por qué la adicción del público a programas como Los Exitosos Pells?
El funcionamiento de los medios de comunicación, tema que desarrollaba Los Exitosos Pells, estaba muy bien planteado y eso generaba interés en la gente. Además, tenía cuatro personajes queribles (los interpretados por Mike Amigorena, Carla Peterson, Hugo Arana y Mirtha Busnelli), muy ricos y con historias muy bien contadas.
¿Cuestionó la actitud de los medios?
El programa enunciaba o describía cómo funcionan, en algunos aspectos, los medios de comunicación social. Los Pells te mostraban cómo un señor, dueño de un canal de televisión, a partir de su conveniencia ofrecía la información. Veladamente te ponía en el tapete tanto el ofrecimiento como el ocultamiento de la información. Hablaba de cómo se construyen falsas verdades desde la comunicación. Es un tema que está en el candelero, pero viene sucediendo desde que yo tengo uso de razón.
¿Los Exitosos Pells fue una versión libre de El Ciudadano, de Orson Wells?
Al tratarse de una novela diaria, en ese sentido, Los Pells no profundizaba intensamente sino que enunciaba. El Ciudadano es un excelentísimo ejemplo para la gente que le interesa observar cómo es la relación entre los medios y los distintos poderes de turno.
El abordaje de la realidad que se hizo en Vidas Robadas y Montecristo llamó la atención. ¿Las telenovelas son hoy generadores de conciencia?
No, dejan mucho que desear. Las telenovelas enuncian, tiran un tema. A mí me gustaría que en la televisión argentina se tome un tema como los mencionados y los desarrolle con profundidad y se ofrezca, en la medida de lo posible, cómo de verdad suceden estas cosas. No sé si tenemos la chance de poder hacerlo. El formato telenovela no te permite ahondar profundamente en estas cuestiones.
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