sábado, 10 de octubre de 2009

Arnaldo André, el cartero de los alemanes

El cine es un arte que poco transitó el actor paraguayo. En su haber cuenta con solo diez filmes. Este año estrenará una nueva película. En el 2010, posiblemente, debutará como director en una producción audiovisual donde narrará su vida en Paraguay.

Arnaldo André siente que el séptimo arte está en deuda con él. “Mi vocación nació con el cine. Soñé toda la vida en desarrollar mi carrera pero, salvo excepciones, no se me daba, era como me pasaba de costado o tal vez yo estaba cerca y no nos encontrábamos”, le dijo a PURA VIDA este hombre que consagró su vida a la actuación pero más en las telenovelas.

Sus incursiones en la pantalla grande son escasas. Si tenemos en cuenta la talla de esta actor paraguayo nacido un 12 de noviembre de 1943 en San Bernardino (Paraguay), nos encontramos que tiene participó sólo en diez películas. Arrancó con Ufa con el sexo (1968) y continúo con Los muchachos de mi barrio (1970), Argentino hasta la muerte (1971), Balada para un mochilero (1971), Un guapo del 900 (1971), Mi amigo Luis (1972) y José María y María José (Una pareja de hoy) (1973).

De 1973 recién volvió a un plató del séptimo arte en el 2008 con La extranjera, filme que recién estrenará el 5 de noviembre de 2009. A partir de allí tuvo más continuidad. Este año rodó La Confesión (aún no se sabe el día de estreno) y El niño pez. Esta última ya recorrió festivales escenarios, tuvo muy buena crítica y se presentó en el reciente Tucumán Cine. Allí fue donde, en exclusiva, PURA VIDA conversó con Arnaldo.

“Siento que hay unos nuevos y buenos aires en el cine nacional que me vienen tocando a mí”, arrancó quien hizo suspirar a millones de argentinas y latinoamericanas con sus personajes en variados culebrones. Ahora se prepara para debutar como director de cine. Ya presentó, en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) un guión sobre un filme autobiográfico, ambientado en San Bernardino, ciudad paraguaya fundada por colonos alemanes que se asentaron desde 1885.

¿Con qué temática debutará como director en el cine?

Cuando muere mi papá (Arnaldo tenía 11 años), el encargado del correo del pueblo, para ayudar a mi mamá, creó el puesto de repartidor de cartas. Ahí empecé a trabajar. Era un cartero cuya actividad se limitaba a entregar cinco o seis cartas por día. Esas cartas, generalmente, eran de Alemania. A mi me llamaba la atención. Ellos, mucho no me hablaban. Me abrían la puerta y me miraban raro.

¿Cuánto tiempo fue el cartero de los alemanes?

Trabajé cuatro meses. Mi vínculo con ellos se profundizó luego de haber hecho la primaria y la secundaria en escuelas creadas por ellos. He recibido una beca para poder hacer mis estudios. Era una forma en que ayudaban al hijo del sastre que había fallecido y que era muy querido en el pueblo. El guión hace referencia a todo esto como también a la convivencia con mi familia. Esa es la parte que tiene que ver con lo biográfico.

¿Cuál es la otra? ¿Tiene subtramas más profunda?

Pasaron los años y yo me vine a la Argentina. Es aquí donde comencé a tomar conciencia de la realidad de un mundo exterior que allá no conocíamos. Fue así como me entero que hubo guerras y que varios jerarcas nazis se afincaron por el mundo, especialmente en Latinoamérica y Sudamérica, y más aún en países como la Argentina y Paraguay cuyos gobiernos los recibían y los protegía.

Seguramente, eso debe haber generado un replanteo existencialista en usted…

Ahí fue cuando me puse a pensar:” ¡Caray!, cuántas cartas habré entregado a algún nazi o no. Ahí fue cuando empecé a armar una historia que tiene que ver con la ficción, una historia de suspenso, amor y con mi personaje metido en el medio. En eso se basa la película que presentaré en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa).

¿Buscará reivindicar su origen o marcar la presencia nazi en el Cono Sur?

Hay connotaciones que tienen que ver con el nazismo. Pero, a mí me importa recordar y resaltar la estética y la evolución de mi ciudad (San Bernardino). Ese crecimiento se lo debe a esos buenos alemanes que trabajaron codo a codo hasta convertirla en la gran ciudad balnearia que es actualmente. Soy un muy buen contador de historias. Además, partiendo de mi propia historia, quiero contar otras cosas.

Por ejemplo…

La importancia vital que le dábamos al estudio con mis amigos de infancia. Teníamos grandes necesidades, enormes carencias, muchos de mis compañeros no tenían para comprarse un zapato pero, sin embargo, sabíamos que teníamos que estudiar para salir adelante. Es importante saber un poco de todo. Yo aposté al estudio con el convencimiento de que ello me iba a posibilitar llegar a un lugar de privilegio. Mi mensaje es que no debemos bajar los brazos cuando de estudiar se trata.

Valiéndome de un filme donde trabajó con Roberto Rimoldi Fraga y Lautaro Murua, le pregunto: ¿argentino o paraguayo hasta la muerte?

Alguien dijo: “este país es mi novia y aquél país es mi madre”. Amo tanto a la Argentina como al Paraguay. No se quien sería mi madre y cuál sería mi novia. Soy parte. Yo rompo fronteras.

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