sábado, 10 de octubre de 2009

El galán de Mirtha Legrand

Eduardo Rudy, Arnaldo André y Mirta Legrand, en el agasajo de "40 Kilates".

Antes de comenzar a desplegar su talento en el ambiente artístico Arnaldo André soñaba con los milagros, hasta que logró hacer realidad uno. Está orgulloso de que lo hayan descubierto trabajando en un escenario como actor y no por su condición física.

Recordó que a principio de los 60, en una pequeña sala teatral de Buenos Aires, presentaba una obra con un elenco importante. Hacia ese lugar fueron Mirtha Legrand y Daniel Tinayre. Arnaldo se sintió halagado por estas presencias.

Evocó que al día siguiente, lo llamaron para conversar con Tinayre. “Era el milagro que esperaba. Me evaluaron y me llamaron para algo espectacular: iba a ser el galán de Mirtha Legrand, en un teatro fastuoso, de la calle Santa Fe (Buenos Aires), con un elenco de estrellas y una comedia deliciosa como fue 40 Kilates. Es como cuando uno piensa en una gran fiesta, una gran mesa, que no falte nada, y en esa mesa no faltó absolutamente nada”, rememoró emocionado ante PURA VIDA.

La fama había golpeó las puertas de su vida en la década de 1960. Él, decididamente, las abrió por que tenía la convicción que era la gran oportunidad de su vida. No se equivocó. A partir de entonces comenzaron a concretársele cientos de milagros hasta convertirlo en el gran actor de telenovelas y galán recio que nunca se dejaba querer.

Dos en

un año

Durante este año, el actor paraguayo filmó dos películas: La extranjera, con la que tuvo la oportunidad de llegar hasta el Festival de Cine de San Sebastián, en España, y donde obtuvo el Premio Sinis, y La confesión, en el que André concretó su primer rol protagónico en el cine, interpretando a un detective obsesivo con su trabajo, pero a la vez con un gran conflicto interno que no logra enfrentar.

Otros

oficios

Antes de consagrarse como uno de los mejores –sino el mejor– besadores de la pantalla chica y poder vivir de su profesión, Arnaldo trabajó de cartero, ayudante de almacén, dactilógrafo, oficinista y hasta como mecánico.

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