Joven, talentosa, creativa y bella, la hija del artista Mex Urtizberea protagoniza Enséñame a vivir, una telenovela que rompe estereotipos.
Por Emilio Marcelo Jozami / mjozami@elliberal.com.ar
Desde los 8 años tuvo en claro lo que quería: ser actriz. Hoy, a los 22, y con una sólida carrera en teatro y televisión, Violeta Urtizberea pegó el gran salto en la caja chica al protagonizar, con Pablo Rago, Enséñame a vivir, telenovela que emite canal 13, de lunes a viernes, a las 19. En este culebrón, donde se reformula en clave de comedia la leyenda de Tarzán, la hija del artista Mex Urtizberea se pone en la piel de Clodine/Asai.
La trama muestra como la pequeña heredera de la familia millonaria de los Fernández Salguero (Clodine/Asaí) se pierde en la selva tras un accidente aéreo, pero los mucamos (Jorge Suárez y Patricia Etchegoyen) deciden reemplazarla por su propia hija (Julieta Zylberberg). El engaño parece empezar a develarse 20 años después cuando la muchacha es hallada y "regresa a la civilización".
PURA VIDA entrevistó en exclusiva a la talentosa, creativa y consagrada Violeta.
¿”Enséñame a vivir” es la oportunidad que estabas esperando?
“No era el sueño de mi vida hacer de protagonista. No la estaba esperando porque yo estaba contenta como me iba yendo las cosas en mi carrera. Soy joven y mis expectativas era poder trabajar de lo que me gusta y encontrarme con personajes interesante tanto en la televisión o generados por mí. Este protagónico lo tomo como un reconocimiento a mi trayectoria. Espero que todo esto me sirva para poder seguir trabajando y seguir haciendo cosas. Mi mayor felicidad es tener una vocación”.
¿Cómo llegó a tu vida Asaí?
“En realidad, en un principio, me habían llamado para hacer otro personaje porque el de Asaí estaba asignado para la actriz Vanesa González. Eso fue hasta que un día me habló Adrián Suar para proponérmelo por que Vanesa no iba a hacerlo”.
¿Asaí es la versión femenina de Tarzán?
“No. Al ser mujer decidieron que Asaí fuera como una nena y no un animal. Es una comedia y todo está visto desde el humor. Lo encaramos como el descubrimiento del mundo del lado de un niño en un cuerpo de un grande que desde el lado de un animal”.
Teniendo en cuenta la metamorfosis que sufre tu personaje. A través de él, ¿se intenta debatir acerca de la vida civilizada y salvaje?
“No se trata de un análisis antropológico. Igualmente, siempre surge como una pequeña enseñanza porque Asaí es una persona pura y bondadosa. Tiene la pureza de un animal y no especula en sus actos. A medida que descubra cosas sus actitudes cambiarán, pero nunca dejará de lado la pureza de su alma por haberse criado en la selva”.
¿Qué enseñanzas le deja Asaí a Violeta Urtizberea?
“Para componer a este personaje me conecté con mi parte más infantil. Hay algo de la ingenuidad que está buenísimo recuperar. Conectarme con algo tan primario, es hermoso y al mismo tiempo interesante para poder, inclusive, descubrirse uno mismo”.
¿Asaí es una especie de Mogli de El cuento de la selva?
“La novela es una historia de amor entre Asaí y Lucas Linares (Rago). Ella tiene un enamoramiento puro. Al verlo por primera vez se enamora en forma instintiva porque no sabe nada lo que significa el amor. Él tendrá un dilema moral porque ella es como una nena y parecerá como que él, que es su profesor, se está aprovechando”.
¿La consideras cómo una heroína atípica?
“Totalmente atípica. Ella está muerta de amor por él y a cada instante quiere darle besos y abrazarlo. Tiene una impunidad absoluta con el cuerpo de él porque no sabe lo que es la distancia social. Ella insiste pero él la rechaza”.
Por otra parte, Lalola te dio mayor notoriedad y premios. ¿Fue un programa que rompió estructuras al abordar temas tabúes?
“Rompió estructuras a ese nivel y también desde lo actoral. No era un programa costumbrista. Los personajes han estado muy bien trabajados. Visualmente fue algo novedoso, con una forma más americana. Lo innovador de esta novela fue la historia. Fue menos moralista y más arriesgado, como ocurre ahora con Los Pells. Ahora se apuesta más a lo que ocurre con lo cotidiano y no tanta fantasía”.
Los actores forjados en el teatro, mayoritariamente, abominan el trabajar en televisión. ¿Cuál es tu opinión en torno a ese pre concepto?
“No lo siento así. Esto es tomado como una postura y no tanto una realidad. Es verdad que la televisión es agotadora y que muchas veces uno tiene que hacer cosas que no son tan buenas, pero en teatro también, a veces, uno tiene que hacer cosas que no son tan buenas. Como el teatro no da plata uno elige más. Un exceso de televisión no es nada bueno porque no puedes explorar. El proceso de investigación si te lo da la televisión”.
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