viernes, 8 de mayo de 2009

Noble e íntimo

Por Emilio Marcelo Jozami
mjozami@elliberal.com.ar

El cantautor y músico Iván Noble dijo a PURA VIDA que añora a “Los Caballeros de la Quema”, banda con la cual se dio a conocer en el mundo del rock. De todos modos, aseguró que esto no significa que en el futuro se vuelvan a reunir como lo han hecho otras bandas.
Está feliz como solista, una etapa que lo encuentra con un cuarto disco en puerta pleno de canciones intimistas, autobiográficas. Con él conversamos sobre este y otros temas.

¿Intemperie está atravesado por el influjo de la paternidad?

“Es un disco que hice cuando estuve a punto de ser papá. Las canciones son tranquilas y cálidas. Todo el disco está marcado inevitablemente por el influjo de la paternidad: no porque todos los temas hablen de mi hijo (Benito, fruto de su amor con Julieta Ortega), sino porque es imposible que, después de recibir la noticia más feliz de tu vida, eso no se cuele en lo que escribas. Se llamó Intemperie porque las canciones están desabrigadas, con muy poca ropa. Ya lo siento un poco viejo a este disco; de hecho, acabo de grabar uno nuevo”.

¿Ese nuevo disco se adentrará en el pop, como lo hiciste con “Preguntas equivocadas”; o retornarás al sonido rockero de “Nadie sabe donde” o continuarás con lo intimista de “Intemperie”?

“Será una mezcla de los dos últimos discos. Saldrá en formato de CD y DVD. Es una recopilación de las canciones que me parecen más representativas de estos discos, reversionadas con una banda con músicos de jazz. Además, tendrá tres temas nuevos”.

¿Estas reversiones en clave de jazz son para marcar diferencias?

“Al disco lo produce Mariano Otero, un jazzero conocido. Él me propuso reversionar canciones con músicos de jazz. No será un disco de ya pero tendrá la impronta de músicos que tocan otro estilo. Básicamente, es un gusto personal, un antojo”.

¿Prefieres ser reconocido como un escritor de canciones más que como cantautor?

“Sí, aunque eso es una diferencia semántica y creo que no sea para tanto. Cantautor, por lo menos en la tradición de la Argentina, está más emparentado con lo que se hacía a principios de los ochenta. Dicho así, a secas, en este país ha habido gente que se han dedicado a rechazar la realidad social y no perduraron en el tiempo. Yo, me siento más cómodo con el mote de escritor de canciones”.

¿Esas tres nuevas canciones tienen influencias de tus referentes musicales Bob Dylan, Tom Waits y Joaquín Sabina?

“¡Ojalá! Es gente que yo escucho mucho y no se si se terminará reflejando en esas creaciones”.

¿Los tres tremas nuevos tienen una impronta de reflejar la realidad social?

“Te diría que son absolutamente autobiográficos, más de piel para adentro que otra cosas. Hablan de mí, de lo que me va pasando. Últimamente, me gusta escribir de esa manera. Me intereso por bucear lo que me pasa a mí a lo que anda pasando por ahí”.

¿Desnudas su alma?

“Intento, aunque es un poco difícil”.

¿El rock dejó de ser un fenómeno contracultural?

“Creo que es una discusión muy largo pero, para mí, dejó de serlo hace tiempo. El estado de las cosas de la industria cultural, la potencia del rock como negocio y la sponsorización del rock, etc., ha logrado desactivar lo que en algún momento estuvo como una fuerza cultural. De todas maneras, no creo que sea imprescindible que sea contracultural. El desafío de hoy del rock es ser mejor de lo que viene siendo”.

En virtud de este análisis, y parafraseando uno de tus temas, ¿te sientes un sapo de otro pozo en la actual escena rockera nacional?

“Hace poco cumplí 41 años de edad y, por suerte, desde hace un par de años dejé de preocuparme si seguía o no perteneciendo al movimiento del rock. Desde que soy solista me siento con mucho menos ataduras. Les doy mucho más permiso a mis antojos. Lo mío es una apuesta personal que va más allá del rock. Por suerte me va muy bien y la gente termina escuchando canciones más allá si estas suenan a rock o no”.

¿Qué rescatas y desechas de tu paso por “Los Caballeros de la Quema”?

“Desechar, no desecho nada; al contrario, agradezco, lo añoro y lo disfruto a la distancia. Añoro esas épocas de ingenuidad, urgencias y algarabía juvenil. Lo poco o mucho que se de este oficio lo aprendí ahí, pero no es un sueño a futuro”.

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