miércoles, 17 de febrero de 2010

Ni los Kirchner se salvan con el Intruso Jorge Rial

Por Emilio Marcelo Jozami

mjozami@elliberal.com.ar

(Enviado especial de EL LIBERAL a Mar del Plata)

Desde hace diez años, a través de Intrusos (canal América), viene escarbando en la vida de los famosos. Donde no hay cosas, él las inventa y genera polémicas. Creador de celebridades que duran un suspiro, ahora, el periodista Jorge Rial llevó al teatro ese formato exitoso pero bajo el significativo título de El ángel o demonio del espectáculo.

Aquí, el muchacho nacido en Munro (Buenos Aires) se interpreta a si mismo. Es un periodista que, por error, deja la tierra antes de tiempo y que se encuentra en la disyuntiva entre contar todo lo que sabe de la farándula nacional para poder salvar su vida y regresar a la tierra o no hacerlo.

Asistido por dos señoritas, que sirven de marcadores de lo que se viene, Rial pega duro y parejo al ex abuelo de sus hijas y ex amigo suyo, Gerardo Sofovich. También le da a Susana Giménez, Moria Casán, Carmen Barbieri, Nazarena Vélez, Wanda Nara y cuantos mediáticos él inventó y les permitió ser alguien en la vida.

Pero, a quien atiende sin ningún tipo de miramientos es a Néstor Kirchner. Mientras va mostrando, en una pantalla, lo que son los artistas con y sin fotoshop, aparece Zulma Lobato. Es allí donde aprovecha para decir:”Vieron, de aquí para arriba (desde la boca hacia la frente) se parece a Néstor…” La carcajada es inmediata.

A poco de haber concluido su show, realizado en Mar del Plata, Jorge Rial, sobre el escenario, concedió una entrevista exclusiva a PURA VIDA.

¿Por qué aclaras, antes de comenzar el show, que sos periodista y no actor?

Para que quede bien en claro que soy un comunicador social. Esa es mi misión, informar. El teatro es un formidable medio de comunicación. Mi intención es que el público se divierta y la pase bien. Ellos saben con que se van a encontrar.

¿Te consideras un ángel o un demonio del espectáculo?

Mitad y mitad. Cuento verdades de lo que sucede en la farándula. Siempre aconsejo que a los actores hay que escucharlos cuando se enojan por que allí recién dicen la verdad. En el ambiente no tengo amigos. Ellos buscan domesticarte. Sólo tengo buena relación.

¿En el espectáculo la mentira siempre es la verdad?

Como en la vida misma. Todas las peleas tienen, fundamentalmente, una base de realidad. Lo que nosotros hacemos es adornarlos. Lo que hago es enfrentarlo. Hago un show de todo este circo mismo que es la vida y, en este caso, la farándula.

¿Cómo te va esto de, en el teatro, atravesar lo que Bertold Bretch llama la cuarta pared?

Me siento muy bien, muy feliz. La interactuación que tengo con la gente es maravillosa. Y toda esa relación se la debo a Intrusos. Me carga de energía ese ida y vuelta con el público. Poder estar cara a cara con ellos es una experiencia que te renueva.

A propósito de lo que planteas en la obra, ¿revelas todos los secretos de la farándula o tuviste que guardártelos a algunos?

No soy de guardarme secretos. Hablo con la tranquilidad que me da mi confianza. No hago concesiones. Brindo información confiable, bien chequeada antes de salir al aire. Intrusos es un producto consolidado a partir de que la gente percibe esto.

¿Te arrpientes de algo que has hecho en años de carrera?

No me arrepiento absolutamente de nada.

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