domingo, 15 de marzo de 2009

Modernidad y tradición en una joven escritora y poeta siria



Este texto corresponde al prólogo del libro "Víctima del viento", de mi amiga Krasiah. Ella me ha conferido el honor de ser parte de su primer criatura literaria. Ahora, quiero compartirlo con todos ustedes, no sólo por una actitud de egolatría sino también para, modestamente lo digo, intentar conocer un poco más a la mujer árabe, que no se reduce a lo que Occidente "vende" sobre ella. La mujer árabe es mucho más que vientre danzante o un cuerpo tapado. Lea, fundamentalmente, "Víctima del viento", un libro imprescindible para escudriñar el alma de esos seres.

Por Emilio Marcelo Jozami
Periodista

Modernidad y tradición conviven armónicamente en la poesía de Krasiah. Cada palabra tiene un sentido. No están puestas por qué sí. Con metáforas muy bien empleadas, refiere a sueños libertarios. Con expresiones que brotan desde el alma, grita sus ansias de vivir sin ataduras. Con la belleza de la poesía desentraña los nunca aquietados ánimos de las imposiciones del Corán, especialmente las relacionadas con la mujer.

Krasiah es Gracia divina. Está dotada de un aura que le permite interpretar razones que, por razones culturales, son consideradas en otros mundos como sinrazones. Krasiah es mujer y, sin caer en el patoterismo que incurre a veces el feminismo, defiende esa condición y la enaltece. Ella celebra la vida. Enuncia buenas nuevas y denuncia lo que a su entender es injusto. La poesía de Krasiah es, fundamentalmente, descarnada.

En cada trazo suyo reivindica a la familia como núcleo básico de toda sociedad. En cada línea, con enorme orgullo, habla de su origen y su lugar. Escribe con el corazón. Cuando Khalil Gibrán Khalil declara que la “nostalgia por la patria lo consume” sintetiza el sentimiento más íntimo de los emigrados. Y en la poesía de Krasiah esto está reflejado con sensatez y sentimiento.

El clamor del regreso está. Si fue la rápida adaptación una fuerte característica de los inmigrantes árabes, también lo fue el deseo del retorno más nostálgico y romántico que real, y que se traduce en las expresiones de un sentimiento muy marcado de amor hacia la tierra y hacia sus virtudes, amor que proyectaron en el país que los recibió y en sus hijos. La poesía de Krasiah es vida, pasión y entrega sin mezquindades.

Krasiah es un remanso en medio de las dunas interminables. Krasiah también se sumerge en un tema que inquieta, provoca angustia, dolor y placer, e influye inevitablemente en la búsqueda de la felicidad. Soñadora inclaudicable, nos abre su corazón. Ingresemos porque, siempre, pero siempre, tiene cosas interesantes para decirnos. Su voz son llamaradas que suben al cielo como una flor roja que la trasporta a alturas desconocidas.

Modernidad y tradición, una lucha interna que ella sabe sobrellevar con inteligencia.

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