domingo, 11 de marzo de 2012

Marta Minujín, única


Por Emilio Marcelo Jozami
mjozami@elliberal.com.ar

Lo que hizo en París en 1963, la artista plástica Marta Minujín lo hará en Santiago del Estero el 9 de noviembre de 2011. En aquellos años 60, en un baldío del Impasse Roussin, armó estructuras habitables, cubiertas de colchones encontrados en los desechos de los hospitales parisinos. En ese lugar de la capital del arte creó La Destrucción, su primer happening. Luego, invitó a varios artistas de la Francia de bohemia para destruirla.
Minujín, en entrevista exclusiva con EL LIBERAL, dijo que será “un orgullo, un placer” el poder traer esta obra, como otras de su colección, a la “Madre de Ciudades” para que artistas santiagueños, cual émulos de los franceses, acometan contra esa pieza que es emblema de su creación. Es que para ella, su leit motiv es “todo es arte” o “arte, arte, arte”.
Acostumbrada a exponer las grandes galerías de Buenos Aires, París y Nueva York, ahora decidió salir por las provincias argentinas para exhibir sus obras. Santiago del Estero es la privilegiada para abrir este juego federal que propone esta mujer que con sus
happenings y obras de arte efímero sobreexpone la cuestión social y provoca controversia.

Hableme de la muestra que traerá al Centro Cultural del Bicentenario en noviembre.
- Colchones, puertas de vidrio, esculturas de bronce y de hierro, dibujos, fotografías y una película sobre mi vida, formarán parte de mi propuesta. Vamos a armar una muestra que será como una especie de mezcla de mi recorrido. Aclaro, no será retrospectiva.

Si tenemos en cuenta estas características y la forma en que la implementó en París en 1963, ¿cómo imaginó la interactuación con la gente de Santiago del Estero?
- Trataré de crear una apertura con el público. Realizaremos una performance, para lo cual convocaremos a los artistas y gente interesada en la cultura para que participen. Ellos harán una especie de desfile con pancartas pero con arte y no alegorías políticas.

¿Esas pancartas deberán tener un leit motiv o todo tiene que ser espontáneo?
- En este Arte-Pancarta le vamos a pedir que inventen una frase que los represente, y también poner sus fotos. La gente se sorprenderá. Verá como se pasa de la tela pintada a mano a rellenada, que son los colchones, con formas de figuras, en algunos otros.

¿Qué tienen en común Arte-Pancarta con Comunicando con tierra?
- Esa obra que está interrelacionada, en su esencia, con Arte-Pancarta. Para esa obra traje tierra de Machu Pichu y las envíe a 24 países de Latinoamérica. Después, volvió la tierra a la Argentina para luego llevarla a Machu Pichu y devolverla al lugar de donde la saqué.

Además de esos elementos significativos de su creación que implementará en el CCB, ¿qué otros trabajos exhibirá a partir del 9 de noviembre en la “Madre de Ciudades”?
- Además de las cosas que mencioné, voy a traer sólo dos cuadros. Todo lo demás no serán cuadros sino información de acciones. Es importante que los jóvenes puedan ver las distintas formas de comunicación que tienen los artistas alrededor del mundo.

¿En qué estará determinada esa posibilidad de ver esas formas de comunicación?
- Estará remarcada a través de una sola persona, que soy yo. Siempre vivo cambiando. Lo que hago un año ya no lo hago al otro. Hago desde trabajo con tecnología, también con tierra, con tela. Esto demuestra como un artista puede variar y mantener la identidad.

Es esa identidad la que la hizo popular y referente de generaciones de artistas.
- Me siento igual hoy como hace 40 años. Lo que se me ocurre lo hago y voy cambiando. Tengo una idea omnipotente del arte y siempre busco un arte imposible. No me doy cuenta de que los demás artistas me tienen de referencia porque estoy metida en mi mundo.

¿La Destrucción es una obra emblema de su creación?
- Es muy importante esta obra. Destruí toda la obra que hice en París pero construí otra que aún hoy, es contemporánea. Parte de esa creación estará en Santiago el próximo 9 de noviembre. Y yo estoy orgullosa de poder traerla y mostrarla.

¿Este tipo de concepto del arte que usted desarrolla es en resistencia a…?
-
Es por búsqueda, por esa incesante búsqueda, por esa infinita búsqueda que tengo a través de mi obra. Es, también, como un mecanismo interior que tengo de morir y renacer, de morir y renacer para seguir creando, como Salvador Dalí y Pablo Picasso.

Una artista nacida en el Instituto Di Tella, de Buenos Aires

“Siempre pienso que soy genial”
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Minujín le contó a EL LIBERAL porque se considera una “omnipotente del arte”.
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En 1964 fue invitada al Premio Nacional Di Tella, centro de referencia de los artistas de la época, donde expuso Eróticos en technicolor y Revuélquese y viva. En la segunda obra los espectadores debían ingresar en una tienda de tela, goma pluma y madera, repleta de colchones multicolores, para echarse en la cama y dar vueltas para cumplir con el propósito explícito de la artista de unir "arte y vida".
Ese mismo año realizó el happening Cabalgata frente a las cámaras de Canal 7, convirtiendo a la transmisión en algo inédito hasta ese momento. En la acción, unos caballos que tenían atados a sus colas recipientes con pintura, coloreaban algunos colchones; un grupo de atletas, al mismo tiempo, reventaban globos y dos músicos de rock eran envueltos con cinta adhesiva.
Después, en el Estadio del Cerro, en Montevideo, presentó Sucesos, una performance con quinientos pollos, mujeres gordas, atletas, bailarinas, motociclistas y algunas otras cosas.

Haber formado parte del mítico Instituto Di Tella ¿fue lo que determinó en esa creación que por ser variada no pierde su identidad?
- Muchísimo. En ese momento éramos jóvenes (mediados de la década del 60), estaba el gobierno de Onganía (general Juan Carlos) y el único que rompía era Jorge Romero Brest (crítico de arte y artista vanguardista), que encima nos daba plata para hacer las cosas.

¿Eso fue lo que le produjo lo que usted llama la “omnipotencia del arte”?
- Ese contexto social, me produjo esa omnipotencia que tengo. Es una fuerza tremenda. Siempre me pregunto ¿será bueno lo que hago o no? Como me guio por mis instinto, digo “sí, es genial”. Siempre pienso que soy genial. Mucha gente se molesta cuando digo esto.

¿Y cómo reacciona cuando mucha gente, colegas suyos inclusive, se molestan por esa “omnipotencia del arte” que usted siempre resalta?
- Digo que siempre soy genial porque lo necesito para seguir creando, haciendo cosas. No puedo tener dudas. Soy omnipotente pero tengo en claro mis objetivos en mi vida. Me siento orgullosa de ser así. Yo creo para crecer y permanecer. Eso me hizo popular.

¿Cómo se logra ser popular y superar las críticas de quienes no conciben así al arte?
- A través de la fantasía. Por eso digo que soy Dalí (Salvador,
pintor español cultor del surrealismo) pero en mujer porque hago cosas que pueden parecer extravagantes pero las hago y las hago en televisión. Entonces, me convierto en un personaje que atrae a la gente.

¿Qué representa para usted que su obra, de acento popular, tenga un predicamento tanto en las grandes galerías de arte del mundo como en universos más chicos?
- Me parece genial. Me siento realizada. Lo que presenté en Nueva York fue único. En 1985 realicé la famosa obra fotográfica en la que le pago a mi amigo norteamericano Andy Warhol la deuda externa argentina con choclos. Esto me dio relevancia internacional.

“El oro latinoamericano” como usted definió al choclo.
Llevé los choclos, hice una montaña, pusimos dos sillas y nos sacamos diez fotos. Yo agarraba el choclo, él subía, yo se lo ofrecía y él lo aceptaba. Así la deuda externa quedaba paga. Esta obra también la traeré a Santiago para exhibirla en el CCB.

¿Qué papel jugaba uno y el otro en esa puesta en escena?
Pensando que yo era la reina del pop por estos lados y él, el rey del pop por allá, tenía sentido que saldáramos la deuda. Después regalamos los choclos firmados a la gente. Esa fue la última vez que lo vi.
Murió dos años después.

Warhol se fue físicamente pero su legado está más vigente que nunca.
Eso es así porque, mi gran amigo Andy, además de artista fue personaje. Muchos artistas se esconden pero otros se muestran como son. Por eso digo que soy como Dalí. Expongo mi creación sin temor a ningún tipo de prejuicios.

Tener de referentes a Dali, Warhol y Picasso, más su propia personalidad, ¿la hace tener más libertad para superar preconceptos y el que dirán?
A mí no me importa nada el que dirán. Nunca me importó eso. Jamás me puse a pensar si hice bien o mal, lo hago. Soy transparente. Me enfoco en mi trabajo sin depender de lo que diga tal o cual persona. Me siento libre y obro de tal manera sin perjudicar a nadie.


Prepara una pelota de
fútbol con dulce de leche

En 1966 obtuvo la beca Guggenheim y se fue a vivir por diez años a Nueva York. Desde 1980 Minujín realiza esculturas con apropiaciones de obras clásicas de la estatuaria greco-romana, de la renacentista, y hasta de las estatuillas cicládicas.
Sus obras son reproducciones en yeso de esos modelos, fragmentados, desarticulados en secciones desplazadas. Estuvo ligada al movimiento hippie y a la psicodelia. Tiene más de cincuenta esculturas esparcidas por las capitales del mundo.
Las representativas y famosas son
El obelisco acosado, Operación perfume, El obelisco de pan dulce, La Venus de queso, El Carlos Gardel de fuego, La Torre de Babel de Libros y El Partenón de libros. Así como ayer, hoy prepara la pelota de fútbol con dulce de leche.

¿Cuáles serán las características de esa pelota de fútbol con dulce de leche?
- Tendrá 15 metros de diámetro, con una estructura metálica que estará recubierta con dulce de leche sólido. Entonces, las grúas que manejarán esa estructura jugarán al fútbol tirándose esa pelota de un lado a otro. Mientras esto sucede se escucharán todas las canciones de los mundiales de fútbol. Después, la gente se abalanza y se la come.

¿El mensaje que tendrá es enunciativo, denunciativo o también es sólo búsqueda?
- Así como La Torre de Babel de Libros me llevó 20 años hacerla, no dudo que algún día podré realizar una pelota de fútbol gigante, que represente a los argentinos. El simbolismo de esta pelota es que la gente mira más a la pelota que a todos los jugadores.

¿Algún reflejo de lo que fue La Venus de queso?
- Será muy parecida a lo que fue La Venus de queso y a El obelisco de pan dulce. La pelota de dulce de leche es muy argentina, como es argentino el dulce de leche y el fútbol una pasión de multitudes innegable.

Humor, crítica y
la exaltación en
La Menesunda

Lo social se manifiesta en su obra como preocupación socio-contextual que presenta distintos matices: el humor, la crítica y la exaltación. Entre mayo y junio de 1965, Marta Minujín y Rubén Santantonín presentaron La Menesunda en el Instituto Di Tella.
Se trataba de una ambientación que el espectador debía recorrer a través de dieciséis zonas y situaciones diferentes, sin aviso previo de lo que en su interior ocurriría. Se accedía en grupos de ocho personas por vez, luego de esperar en largas filas, se ingresaba a través de una silueta de un hombre recortada en una cortina de plástico transparente.
Después se transitaba por un túnel de luces de neón que llevaba a un espacio con diez televisores encendidos con su volúmen alto.
Luego, se ingresaba en un dormitorio con una pareja en la cama. Otro túnel, con luces de neón y sonidos de la calle, conducía a una escalera con pasamanos de esponja y un fuerte aroma de perfume, que finalizaba en una gigantesca cabeza de mujer. Su interior estaba cubierto de cosméticos y una maquilladora atendía al público, aplicándole sus productos.
Un canasto giratorio conducía al espectador maquillado a un túnel de paredes blandas y suelo gomoso. Al traspasar una puerta se entraba en un espacio oscuro con olor a consultorio dental, en el que había un disco telefónico gigante: para salir de la ambientación era necesario acertar el número a marcar.
La salida era a través de una cámara frigorífica, con una temperatura de algunos grados bajo cero, llena de telas de todo tipo y color que cerraban el paso. Finalmente, se accedía a una cámara octogonal con espejos, que se oscurecía al ingresar el visitante. De inmediato se encendían luces negras y unos ventiladores hacían caer una lluvia de papel picado de colores. Como despedida, un aroma a frituras devolvía al espectador a su espacio cotidiano. En todo el conjunto se percibía cierto tono popular, en particular en la configuración visual del contexto, en las alusiones a la publicidad barata, en los carteles de plástico, en la decoración del gabinete de la maquilladora y en otros pasajes del recorrido.

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