domingo, 11 de marzo de 2012

Javier Malosetti y su amor sin barreras para la música

Los encorsetamientos no van con el gran intérprete argentino de jazz. Su mente está abierta hacia otros conceptos sonoros, que tan bien reflejó en sus discos.
El presente de Javier Malosetti tiene nuevo nombre: Javier Malosetti Electrohope. Un cambio de enfoque estilístico y sonoro expresado simbólicamente en el logo que lo representa: un potenciómetro de Marshall “al mango” como expresión de la potencia y la vitalidad de un seleccionado sub 23 de músicos desconocidos y ajenos al circuito del jazz, reclutados especialmente para este momento de su vida como artista. En diálogo exclusivo con EL LIBERAL, Javier habló de su ayer, de hoy y de su futuro.

¿Cómo vives este presente con Javier Malosetti Electrohope?

Con total entusiasmo. Tengo un disco y una banda nueva. Me gustó ponerle un nombre al grupo. Nunca tuve un conjunto sino músicos bajo mi nombre. Electrohope es el nombre del disco y de mi agrupación también. Estoy muy feliz con este proyecto.

¿Electrohope tiene el espíritu de tus inicios musicales en El Palomar?

En Electrohope doy un paso más adelante en algo más eléctrico. También es un paso al costado, por un rato, a otras formaciones de un estilo más acústico que tuve en otros momentos. De todos modos, el espíritu amateurs vive en mí siempre.

¿Forma parte de tus permanentes desafíos haber hecho una versión de Vicki Wating, de Prince o el standard de jazz llevado a canción That old Feeling?

Todos estos temas son postales musicales de distintos momentos de la vida y con diversos orígenes. Son todas las músicas que me ha gustado escuchar y que, finalmente, terminan teniendo un mismo destino o concepto sonoro.

Debo decirle que me gustó la relectura que hizo de Cachito, el campeón de Corrientes. ¿Es un homenaje a León Gieco o sólo forman parte de esas postales?

Forma parte de Guardado en la memoria, un disco doble que editó una FM de Mar del Plata como tributo a Gieco y en beneficio de comedores escolares del interior. Me gustó como quedó la versión (con aires de soul) y por eso decidí grabarlo en mi CD.

¿Cómo es ser hijo y padre de músico, si tenemos en cuenta que su hijo Julián debutó oficialmente en Electrohope tocando la batería en Damn Merval Index?

Me siento muy orgulloso de que él haga su primer paso en un disco mío. No es una gran vocación de músico que tenga “Juli”. Estudia batería y piano pero también actuación. Está muy comprometido y compenetrado en la producción de medios de comunicación.

Javier, si bien tu base es el jazz, uno al repasar tu discografía se encuentra con un músico de mente abierta y dispuesto a dar cabida a todos los géneros…

Me gustan todas las músicas, desde el jazz hasta el negro espiritual y el gospel. Hay músicos más focales, como mi viejo (Walter), que le gusta el jazz de cierta etapa. Por más que escucha, abiertamente, otras músicas, se mantiene en su línea, que es clásica.

El jazz salió del sótano para llegar a los grandes escenarios de la Argentina y con la aparición, cada vez mayor, de intérpretes. ¿Lo consideras un fenómeno?

El argentino es una materia prima impresionante para adherir a la buena música; no se si en los medios de difusión pero si en las casas. Músicas como el jazz y la clásica se han mantenido bastante vírgenes del manoseo fuleros. En la Argentina pasa algo extraño: mientras el país se hunde en la violencia y en la pobreza, hay un vasto catálogo de discos de jazz y lugares donde uno puede escuchar esta música. Esto está bueno porque mantiene cierta belleza del espíritu de alguien que está con la cabeza ocupada en cosas más terribles.

¿Qué se refleja en tus discos que no tienen relación directa con la música?

Como viví en una casa con un ambiente tan musical (padre y madre músicos y hermana cantante), creo que todo tiene relación directa con la música. Mis discos son muy familiares, donde tocan desde mi viejo hasta mi hermana y mi hijo. Hay homenajes a mi mamá. Trato de impartir una idea de amor a la familia y al núcleo que me rodea.

Entre Bob Dylan y

“El Flaco” Spinetta

Javier Malosetti es un artista sumamente versátil capaz de ser la figura más convocante del jazz local, haber dirigido el exitoso programa Música Para Soñar en Telefe, y al mismo tiempo poner su nombre en el inconsciente colectivo del rock con sus ocho años junto a Luis Alberto Spinetta, su relación con Pappo, su sociedad creativa con Rubén Rada, sus participaciones junto a Divididos o Los Tipitos, habiendo además sido elegido por Bob Dylan para compartir escenario en su primera presentación en Rosario en 2008.
Haber formado parte de la banda de Luis Spinetta, y qué “El Flaco” haya participado en tu CD Spaghetti Boogie ¿fue como tocar el cielo con las manos?

No es una frase que yo use (se ríe) lo de tocar el cielo con las manos porque al cielo me gusta más verlo con los píes en la tierra. Luis no solamente participó con ese sólo de guitarra, sino que también escribió una letra para mí. El es muy generoso conmigo.

¿Qué recuerdos lo embargan de aquél tiempo que tocó con Rubén Rada y Pappo?

Luis, Rubén y Pappo son los artistas que más admiro. Con ellos me formé profesionalmente. No es algo que haga ahora porque estoy más focalizado en tocar mi música con mi banda. Ahora, estoy con músicos poco conocidos pero geniales.

A propósito de sus músicos. Usted dijo que representan “Energía pendeja: los pibes son la esperanza eléctrica…”

La verdad que sí. Llevan la música que yo compongo hacia nuevos horizontes y que a mi me entusiasma mucho. Los cambios siempre son buenos. Ellos son Hernán Segret, Tomi Sainz y Nico Raffeta (tecladista de la banda de Pappo).

¿Música para soñar te dio la popularidad negada en los grandes escenarios?

Me llevó a hogares donde no se sabía quien era. Esto es lo más positivo que saco. Estuvo bueno tener una experiencia en la tele abierta, en un canal tan poderoso como Telefe. Ese programa hizo que yo tengo ahora más público y se vendan mis discos.

Si te llaman para hacer bandas sonoras de filmes argentinos, ¿estás dispuesto a repetir la experiencia de Gracias por el juego, de Pablo Salomón?

El cine, al igual que la música, me gusta de distintos géneros y estilos. El buen cine puede darse en una superproducción, con efectos digitales impresionantes y una gran orquesta sinfónica, como también en una película en blanco y negro, en tiempo real, de dos mangos y con un pianito de fondo. Aún no he vuelto hacer música para películas.

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